18 julio 2021

XVI Domingo del Tiempo Ordinario - 18 de julio de 2021

  Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

I.1. El descanso y la atención de Jesús. En la Primera lectura nos dice el Profeta Jeremías: Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas (...) y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen. La profecía hace referencia al cuidado y atención del Mesías con todos los hombres. 

Los Doce (aquí les llama apóstoles) vuelven de su misión, contentos de lo que han dicho y han hecho. Lo que han hecho es liberar a las gentes de sus males, como han visto hacer a Jesús. ¿Qué cosas les preguntaría y les contaría Jesús? ¿Estás cansado? ¿Cuál es el motivo? ¿Cómo organizas tu descanso? ¿Cómo repercute tu cansancio en los demás? ¿Sientes la experiencia del Profeta, que habla de ese pastor cercano que te cuida?

Nuestra vida, que es también servicio a Cristo, a la familia, a la sociedad, está repleta de trabajo y de dedicación a los demás. Por eso no podemos extrañarnos si experimentamos la fatiga y sentimos la necesidad de descansar. En el tiempo libre recuperamos fuerzas para servir mejor y evitamos daños innecesarios a la salud que, entre otras cosas, repercutirían en quienes nos rodean, en la calidad de lo que ofrecemos a Dios y en la propia tarea apostólica: en la atención debida a los hijos, a la mujer, al marido, a los hermanos, a los amigos; afectaría a la dedicación a esa labor de apostolado, a la atención y formación de las personas que quizá el Señor nos ha encomendado. 

El Señor quiere, en lo que depende de nuestra parte, que pongamos los medios para estar en buenas condiciones físicas, pues es mucho lo que espera de todos. «¡Cuánto nos ama Dios, hermanos –exclamaba San Agustín–, pues cuando descansamos nosotros, llega a decir que descansa Él!». Pero hemos de distraernos como buenos cristianos, santificando, en primer lugar, esa pérdida de fuerzas, amando a Dios en la fatiga, aun prolongada, cuando por determinadas circunstancias debamos seguir en la tarea de siempre. Entonces nos consolará, de modo muy particular, acudir al Señor, que en tantas ocasiones terminaba sus jornadas extenuado. Él nos comprende bien. 

I.2. El tiempo de vacaciones no debemos emplearlo en no hacer nada. «Descanso significa represar: acopiar fuerzas, ideales, planes... En pocas palabras: cambiar de ocupación, para volver después al quehacer habitual». Ese tiempo ha de suponer un enriquecimiento interior, consecuencia de haber amado a Dios, de haber cuidado con esmero las normas de piedad, y de haber vivido también la entrega a los demás; deben ser días en los que especialmente procuramos hacer la vida más amable a quienes nos rodean. Su alegría y su felicidad constituirán una buena parte de nuestro descanso. 

Muchos días, quizá en largas temporadas, sentiremos la dureza de no encontrarnos bien y de tener que sacar adelante el negocio, la casa, el estudio... No nos debe desconcertar nuestra situación: es parte de la flaqueza humana y señal muchas veces de que trabajamos con intensidad. «Vienen días –confesaba Santa Teresa con gran sencillez– que sola la palabra me aflige y querría irme del mundo, porque me parece me cansa todo». También esos momentos deben ser para Dios, también en esas situaciones el Señor está muy cerca, y quiere que tomemos las medidas que en cada caso sean oportunas: acudir al médico, si es necesario, y obedecer sus indicaciones; dormir un poco más; dar un paseo o leer un libro sano.... 

 

IIª Lectura: Efesios (2,13-18): El es nuestra paz

II.1. La segunda lectura, de Efesios, nos ofrece también una verdadera teología de la paz. Incluso se hace una de las afirmaciones teológicas más impresionantes del NT: El, es nuestra paz. El primer efecto de la pacificación (aquí entre judíos y paganos), no es primeramente entre ellos mismos, sino de toda la humanidad con Dios (vv. 13-18), como muerte de la enemistad, acercamiento a Dios, reconciliación con El. ¿Por qué? Porque ha hecho de los dos pueblos uno. Se refiere a judíos y paganos que era, entonces, la división abismal e irreconciliable.

II.2. ¿Qué ha hecho Jesucristo para ello? El fruto de la reconciliación es la paz y la amistad. La reconciliación es un proceso objetivo y real, antes de toda colaboración del hombre creado por Dios. Es Cristo mismo el signo y la realidad de esa reconciliación de Dios y la humanidad. El autor de Efesios quiere poner de manifiesto que el don de la paz es un don de Dios y ese don es Cristo mismo, porque gracias a El todos los hombres, en todas las culturas y religiones pueden vivir en paz. Si no es así, no es por exigencia del Dios de Jesús, sino porque los hombres se niega a la misma paz.

Evangelio: Marcos (6,30-34): Sedientos de su palabra

III.1. Cuando Jesús se dirigió en una barca con los suyos a un lugar apartado muchos los vieron marchar y fueron allá a pie, y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, vio Jesús una gran multitud, y se llenó de compasión, porque estaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. No pudieron descansar aquel día, ni Jesús ni sus discípulos. Nos enseña aquí el Señor con su ejemplo que las necesidades de los demás están por encima de las nuestras. También nosotros, ¡en tantas ocasiones!, habremos de dejar el descanso para otro momento, porque otros esperan nuestra atención y nuestros cuidados. Hagámoslo con la alegría con que el Señor se ocupó de aquella multitud que le necesitaba, dejando a un lado los planes que había proyectado. Es un buen ejemplo de desprendimiento que debemos aplicar a nuestras vidas.

III.2. Este contraste entre la suerte de los discípulos que puede gozar a la paz de la palabra de Jesús (aunque bien es verdad que después de desgastarse en el anuncio del reino) y la necesidad que tiene la multitud de esta palabra. Todo esto es para mostrarnos que, tras el descanso, Jesús tiene compasión de la multitud porque la ve como ovejas sin pastor (cf Num 27,17). Ahora Jesús ha “restaurado” a los suyos, que tienen que volver, para anunciar de nuevo el reino.

16 julio 2021

Mantenimiento de la parroquia

Se informa a la comunidad que vamos a acometer varias labores de mantenimiento, necesarias para la conservación del edificio. 

1.     Limpieza de los tejados. 

Se realiza varias veces al año, dado el número de palomas que viven entre el tejado y la torre, la suciedad que generan, hace necesaria su limpieza, al menos dos veces al año. He solicitado al Ayuntamiento, que tengan a bien, buscar una solución, nos afecta a nuestro edificio y todos los vecinos de alrededor.

 

2.     Labores de pintura en el interior del templo.

Las bóvedas se están agrietando por falta de pintura. Lo podéis observar en la nave central, que incluso hay un gran desconchón. Y se puede observar en la bóveda del altar de Santa Teresa. Son mas de 15 años sin pintar.

 

Para estas intervenciones estamos buscando financiación. Un ayuda será la colaboración de las papeletas que se están vendiendo. Pero esta será insuficiente, debido a lo costoso que es todo esto. A modo de ejemplo para que se hagan una idea, 1 hora de trabajo de limpieza del tejado nos costará 18€ por obrero. Otro ejemplo, una lata de pintura, de la que hay que aplicar en el interior de la Parroquia, que es una pintura especial, pintura al silicato, unos 70€.

 

Es urgente también la conservación de:

-       1. Las dos puertas de acceso: la de la Plaza y la de la Calle San Francisco.

(en unas condiciones deplorables).

 

-       2. La fachada del templo, tanto delantera, como trasera.

 

-       3. La fachada de la casa rectoral.

 

Las donaciones para estas finalidades se pueden hacer llegar a la Parroquia o se pueden enviar: ES91 2100 8095 9021 0021 1788 (La Caixa). Recordar que todas las donaciones tienen su correspondiente desgravación en la Declaración de la Renta.


14 julio 2021

Misas de verano

11 julio 2021

XV Domingo del Tiempo Ordinario - 11 de julio de 2021

La misión como vocación de ser discípulo. ¿Cómo estoy viviendo mi vocación de enviado en este tiempo?

I ª Lectura. Amós (7,12-15): La palabra de Dios es el pan del profeta. ¿Reconozco la importancia que tiene la Palabra de Dios en mi vida? ¿Es el pan que me alimenta? ¿Soy libre para anunciar el mensaje que recibimos en nuestra relación con el Señor? ¿Cumplimos con la función profética que recibimos en nuestro bautismo?

 

I.1. Amós era un hombre de pueblo de Tecua en el reino de Judá, al sur de Jerusalén, que fue enviado por Dios al reino de norte, en el momento de mayor esplendor de Samaría, su capital, pero precisamente cuando más injusticias podían constatarse. Porque la historia nos demuestra que en esas situaciones los egoísmos y el afán de poder y dinero de unos pocos prevalece sobre la situación límite de los pobres y la viudas. Amós se presenta en la ciudad de Betel, santuario real del reino de Israel, en el que el sacerdote Amasías le reprocha que venga a poner malos corazones y a juzgar a la monarquía, la corte entera y los oficios sagrados de los sacerdotes del santuario. Amasías tenía a sus profetas o teólogos oficiales ya amaestrados para decir y agorar lo que él quería.

I.2. Amós, sin embargo, no es un profeta de ese estilo; él ha sido llamado por Dios, le ha hecho abandonar sus campos y su rebaño, para ir a anunciar la Palabra de Dios. Por eso Amós se defiende con que “no es profeta ni hijo de profeta”; quiere decir que no es profeta de los que dicen lo que los poderosos quieren que se diga, para que el pueblo acate sus decisiones. Amós es un profeta verdadero que no puede callar la verdad de Dios. El verdadero profeta no tiene miedo a los reyes ni a los que detentan la ortodoxia religiosa. En esa escena de Betel (7,10-17), este campesino, bien cultivador de sicómoros o bien pastor de ganado bovino, no ha de dar tregua a las injusticias que se quiere legalizar de una forma religiosa. El profeta no trabaja por ganar de comer, porque quien así lo hiciera revelaría un interés de falso profeta. El verdadero pan del profeta verdadero es la “palabra de Dios”. Incluso Amós tiene que salir de su territorio, Judá, para ir al de Israel y anunciar allí ese pan de la palabra viva de Dios que debe quemar la conciencia de los instalados. El verdadero profeta pasa hambre de pan, con tal de anunciar la palabra de Dios.

II ª Lectura: Efesios (1,3-14): Dios nos "mira" desde su Hijo

II.1. Canta la exuberante gracia que Dios ha derramado, por Cristo, en sus elegidos. Vemos que, Dios es el sujeto de todas las acciones: elección, liberación, redención, recapitulación, predestinación a ser hijos. Es verdad, son fórmulas teológicas que nos describe este misterio. Pero todo esto acontece en Cristo, en quien tenemos la gracia y el perdón de los pecados. Y por medio de Él recibimos la herencia prometida. Y en cristo hemos sido marcados con el sello del Espíritu hasta llegar a experimentar la mismo gloria de Dios en los tiempos finales.

II.2. ¿Qué podemos retener del mismo? Entre las muchas posibilidades de lectura podríamos fijarnos en lo que sigue: que Dios, desde siempre, nos ha contemplado a nosotros, desde su Hijo. Dios mira a la humanidad desde su Hijo y por eso no nos ha condenado, ni nos condenará jamás. El es un Dios de gracia y de amor. La teología de la gracia es, pues, una de las claves de comprensión de este himno. Sin la gracia de Dios no podemos tener la verdadera experiencia de ser hijos de Dios. El himno define la acción amorosa de Dios como una acción en favor de todos los hombres. Estamos, pues, predestinados a ser hijos. Este es el “misterio” que quiere cantar esta alabanza a Dios. Se canta por eso; se da gracias por ello: ser hijos es lo contrario de ser esclavos, de ser una cifra o un número del universo. Este es el efecto de la elección y de la redención “en Cristo”.

Evangelio: Marcos (6,7-13): El evangelismo itinerante

III.1. Se trata del envío a la misión de los Doce discípulos que Jesús se había escogido (cf Mc 3,13-19). Es una misión en itinerancia, ya que el reino de Dios que deben anunciar y que Jesús está haciendo presente debe tener un carácter de peregrinación. 

III.2. La peregrinación cristiana, pues, es al mundo entero, a donde viven los hombres, para que conozcan el mensaje de salvación que Jesús ha traído para todos los hombres sin excepción. ¿ A quién le anuncio el Evangelio? ¿Siguen teniendo valor en nuestro mundo y en nuestra cultura? El valor que Jesús les dio: que el reino llegaba y la mejor manera para los suyos era un “desapego” de las cosas del mundo que no eran necesarias.

III.3. El mundo de los pobres, de los desapegados, de los “contraculturales” es algo que no podemos perder de vista en la lectura de este texto evangélico, sobre palabras de Jesús, para no entender el reino de Dios a la manera en que los hombres entienden el poder del dinero y de la efectividad. El radicalismo con que están formuladas estas palabras tiene acogida de muchas formas y de muchas maneras. Algunos hablan de los desarraigados sociales y de que el evangelio solamente puede vivirse desde ahí. Pero ¿no es posible “desarraigarse” sin tener que abandonar casa, familia y hogar? Desde luego que sí. El evangelio es para todos y el reino es para todos. 

III.4. ¿Enseña nuestro texto eso de “la felicidad por la libertad”?  El cristianismo verdadero no se resuelve solamente desde esta ética radical del desarraigo y el desapego. Lo más importante y decisivo es el amor, incluso a los enemigos, por muy alternativos que seamos. Jesús era un profeta con todo lo que esto significa en el mundo bíblico. Y desde luego debemos ser libres de verdad y esto es lo que Jesús inculca a los suyos. Debemos ser libres de verdad de las cosas que nos atan a este mundo. Pero el reino no se puede construir solamente desde el desarraigo alternativo y menos si este desarraigo llevara a burlarse de las costumbres y los convencionalismos de los otros. El reino se construye en la libertad personal y comunitaria, pero mucho más todavía sobre la misericordia y el amor a los otros en sus debilidades.

04 julio 2021

XIV Domingo del Tiempo Ordinario - 4 de julio de 2021

 1. ¿Qué experiencia tengo de rechazo? El evangelio de hoy tiene un objetivo claro: preparar a los discípulos para que no sientan la tentación de abandono cuando la gente los rechace y hasta los persiga. 

- A menudo nos encontramos con personas que han vivido su fe muy implicados en su parroquia, o en un grupo, con un compromiso serio… y que sufren porque sus hijos y nietos, en bastantes casos se han apartado completamente de la Iglesia. Es una situación que provoca mucho sufrimiento en estas personas: por una parte, les lleva a preguntarse ¿qué han hecho mal? piensan que no han sabido dar un buen testimonio de la fe; por otra parte, se plantean qué hacer para no provocar más rechazo todavía.

 

2. ¿Qué es un profeta? ¿Hay profetas hoy? ¿Qué pedimos y encomendamos a los profetas cristianos de hoy? Son aquellos que escuchando al Señor, transmiten un mensaje en su nombre. Tienen una misión de destruir para construir.

–  Que nos ayuden con sus críticas a quitar el velo que cubre nuestros ojos y nos impide ver que el pobre, el hambriento, el desnudo, el enfermo, el marginado son el rostro de Jesús (Mt 25, 35). 

–  Que nos enseñen a ver con los «ojos de Dios»; a descubrir la ofensa a Dios y al prójimo; a percibir a todos los hombres como hermanos y a ver la ofensa a cualquiera de ellos como algo que atañe personalmente a Dios (Is 58,7).

– Que enciendan y aviven el fuego de nuestras conciencias sobre las inhumanidades que produce nuestra sociedad: pobreza, paro, de la emigración, de la marginación de otros. 

–  Que cuenten con la ayuda y el apoyo de todos nosotros para hacer frente al miedo, a la depresión, a las calumnias, a las agresiones e incluso a la muerte a que puede llevarles su misión.

–  Que nos anuncien que son posibles los horizontes de una nueva humanidad.

 

3.-Jesus fue profeta en su tierra y… ¿De dónde saca todo eso?... ¿No es éste el carpintero, el hijo de María…? Y desconfiaban de él. Hasta el punto de que Jesús exclama: No desprecian aun profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa… Y se extrañó de su falta de fe.

 

Como dice la Carta a los Hebreos, Jesús tenía que parecerse en todo a sus hermanos (Hb 2, 17), y por eso quiso pasar también por la dura experiencia de la desconfianza y el rechazo de los más allegados. Así nos enseña a afrontar esa misma situación que Él vivió: en primer lugar, debemos tener claro que en nuestro seguimiento del Señor seguramente la primera oposición o rechazo nos va a venir de quienes esperaríamos que más nos comprendiesen y apoyasen.

 

Pero Jesús no se queda lamentándose ni culpabilizándose, ni deja de actuar. El texto nos dice que No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Como Jesús, lo más seguro es que nosotros no “podamos hacer milagros” en nuestro círculo más cercano: no vamos a provocar ninguna conversión, no vamos a lograr que se interesen por el Señor o por la Iglesia. A menudo, ante el rechazo de los demás, es mejor “callar y actuar”; lo que podemos hacer es “curar enfermos”, es decir, ofrecer nuestro servicio y entrega hacia ésos que “desprecian” al Señor.

 

Algunos podrán objetar que así renunciamos a dar testimonio de fe, que nos quedamos en el plano “asistencial”, que hay que insistir a tiempo y a destiempo (2Tm 4, 2), pero muchas veces con esto sólo conseguimos provocar más rechazo. Por eso, manteniendo lo que San Pablo VI dijo en “Evangelii nuntiandi” 22: “La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios”, para estas situaciones a las que nos referimos la actitud del Señor nos indica la línea a seguir, como dijo el Papa Benedicto XVI en “Dios es amor”:“El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuando es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor” (31.c). Y esto es así porque “es consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. [El cristiano] Sabe que Dios es amor (1 Jn 4, 8) y que se hace presente justo en los momentos en que no se hace más que amar”.

 

El servicio y la entrega realizados por amor son un testimonio de fe en el Dios que es Amor. Y, como decía la 1ª lectura, te hagan caso o no te hagan caso… sabrán que hubo un profeta en medio de ellos. Quienes reciben nuestros gestos de amor sabrán que es Dios quien nos mueve a realizarlos, aunque explícitamente no lo quieran aceptar e incluso lo rechacen.

 

¿Sufro el rechazo hacia Dios y la Iglesia por parte de mi familia? ¿Cómo me afecta? ¿Soy de quienes insisten, de quienes renuncian, o de quienes callan y actúan?

Es muy doloroso sufrir el rechazo hacia Dios y la Iglesia por quienes más cerca tenemos, y es lógico sentirnos abatidos y sin saber qué podemos hacer. Pero como decía San Pablo en la 2ª lectura: así residirá en mí la fuerza de Cristo. Él hoy nos muestra un camino a seguir, el mismo que Él siguió: desde su experiencia de Dios como amor, transmitir amor. Ante el rechazo a la fe, tengamos bien presentes las palabras de Benedicto XVI: “El amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar”. Ante el rechazo, callemos pero actuemos, “dejando que hable sólo el amor.

02 julio 2021

Celebración de Matrimonios 2021/2022

Ya se encuentra actualizada en el apartado «Impresos y documentación» la guía sobre la Celebración del Matrimonio Canónico, adaptada para este próximo curso según las normas diocesanas y protocolos Covid.

En la misma se indica la documentación que es necesario presentar para abrir el expediente matrimonial, información sobre la formación catequética que hay que acreditar, así como indicaciones sobre la celebración litúrgica de la boda y su preparación.