29 agosto 2020

XXII Domingo del Tiempo Ordinario – 30/08/2020

1.- “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que la pierda por mi se salvará”

“Negarse a sí mismo, cargar la cruz” ¿Cómo hacer para aceptar estas palabras y vivirlas?
San Pablo lo experimentó y afirma en Rom 1, 16: “yo no me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza De Dios para todo el que cree”
El camino cristiano consiste en ir detrás de Jesús, y caminar detrás de Jesus consiste en “negarse a sí mismo y cargar con la propia cruz”

¿Qué significa negarse a sí mismo? ¿Es posible negarse a sí mismo?
Jesús no nos pide renegar de lo que somos, sino de lo que hemos llegado a ser. Somos imagen De Dios, somos por ello algo muy bueno. Lo que hemos de negar no es de lo que Dios ha hecho sino de lo que hemos hecho nosotros, usando mal la libertad. Lo que hemos de negar en nuestra vida es el pecado.
Negar significa “volver a encontrar” “Quien pierda su vida por mi, la encontrará”

Un ejemplo en el campo de la pintura: hay cuadros que con el pasar del tiempo se han oxidado y ennegrecido, tanto que con dificultad se puede distinguir lo pintado. Para llevarlos a la forma original es necesario limpiarlo.
Nosotros nos asemejamos a este ejemplo, la belleza De Dios, que nosotros debíamos ser, ha sido recubierta y no se puede ver.

“Negarse a sí mismo” es una acción para la vida, para la belleza, para la alegría.
Negar significa decir “no”. Se trata entonces de decir: “no”. A veces tenemos la tentación de actuar mal, y nos preguntamos, ¿Qué mal hago? ¿A quien molesto? Si soy capaz de decir “no” a esa tentación para no ensuciarte, has renegado de sí mismo.
Hay muchos ejemplos, busca y piensa en que momentos eres capaz de “negarte a tí mismo”
Cuando te dominas, dices no. Has conseguido una victoria.

Otro ejemplo: dos jóvenes se aman. Pero cada uno habla una lengua distinta. Si su amor quiere sobrevivir y crecer en necesario que uno de los dos aprenda la lengua del otro. Sino será imposible la comunicación y su amor no duraría. Así sucede entre Dios y nosotros. Nosotros hablamos el lenguaje de “la carne”, el Señor su lenguaje es “el del Espíritu”. Nosotros hablamos el lenguaje del egoísmo y Cristo habla el del amor. Negarse es aprender el lenguaje De Dios.

¡Cuantas renuncias, cuantas negaciones de sí se practican cada día sin pensarlo: para dejar contentar a los que nos aman! Y no se hace con tristeza sino con alegría.

2.- Satanás. ¿Le dijo Jesús a Pedro: eres Satanás para mí? ¿A qué se refería, que quiso decir? Satanás significa la tentación, el que busca apartarnos del bien, que hagamos algo malo. Jesús le dice a Pedro: me estás tentando a dejar el destino que el Padre me ha marcado.

Pedro le había dicho “tu eres el Hijo De Dios vivo, el mesías”, cuando ahora escucha hablar De la Cruz y de la negación, no entiende la situación. El plan De Dios para salvarnos está en desacuerdo y conflicto con el poder del mundo.
¿Tengo la misma experiencia de Pedro? ¿Al sentir la cruz, se derrumba mi fe? ¿Comprende que la fuerza del demonio debe ser vencida? ¿Estoy dispuesto a renunciar a la fuerza de Demonio?

22 agosto 2020

XXI Domingo del Tiempo Ordinario – 23/08/2020

Vosotros, ¿Quién decís que soy yo?

Jesús quiso saber la opinión de sus discípulos. A Jesús no le interesaba medir el nivel de su popularidad o el índice de su aceptación por la gente. Su finalidad era bien distinta, por ello les pregunta: “y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta segunda pregunta por inesperada les descoloca. Si en la primera pregunta todos respondieron, a esta segunda pregunta sólo responde Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo De Dios vivo”.

Entre las dos respuestas hay un abismo, una conversión, si en la primera pregunta era necesario oír la opinión de la gente, ahora, deben mirarse hacia dentro, escuchar una voz bien distinta, que no viene ni de la carne ni de la sangre sino del Padre.

Según los Evangelios, es el primer reconocimiento de la verdadera identidad de Jesús de Nazaret. El primer acto acto público de fe en Cristo en toda la historia.
Pensemos en la estela producida en el mar por un navío, esa avanza hasta que el navío va a perderse en el horizonte. Pero, comienza con la punta, que es la misma punta del navío. Así es la fe en Jesucristo. Ella es la estela que ha ido alargándose en la historia. Y comienza con el acto de fe de Pedro, “Tú eres el Mesías, el Hijo De Dios vivo”.

Jesús usa otra imagen: “tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Jesús le cambia el nombre ha Simón, como se hace en la Biblia cuando uno recibe una misión importante: lo llama Cefas, roca. La verdadera roca, la piedra angular, es y permanece siendo él mismo, Jesús. Pero una vez resucitado y ascendido al cielo, esta piedra angular es invisible, a pesar de estar presente y operante. Es necesario un signo que la represente, que haga visible y eficaz en la historia este fundamento incuestionable que es Cristo. Y eso será precisamente Pedro, después de él, el Papa como sucesor.

Volviendo al sondeo, porque tiene una fuerte provocación para el hombre de hoy, este se desarrolla en dos tiempos y comporta dos cuestiones, nosotros no podemos dejar de plantear la pregunta: “¿En qué situación estamos? ¿Cuál es nuestra respuesta? Es fácil registrar opiniones sobre Jesús. Son incontables los libros que hacen referencia desde la filosofía, teología, literatura, ateos, etc. Todo esto permite a la persona permanecer neutral.

Entre Jesús y nosotros en este caso, se impone la pantalla protectora de las opiniones de los demás. No hay una decisión que tomar, sino preguntar a la gente y que opinen. Sin embargo cuando la pregunta es a mí, no hay escapatoria, hay que responder desde mi elección y conciencia, es como si de improviso un entrevistador te colocase el micrófono y tuvieses que responder.

Son pocos los que aceptan responder a esta segunda pregunta. Pero nosotros los creyentes debemos de dar respuesta.

El cristianismo permanece o se derrumba con esta fe. Existen edificios o estructuras metálicas hechas o construidas de tal manera, que si se quita o toca un cierto elemento se vienen abajo. Tal es el edificio de la fe cristiana, este es su punto neurálgico en la divinidad de Jesucristo.

16 agosto 2020

Domingo XX del Tiempo Ordinario – 16 de Agosto

San Roque, Glorioso Patrón de El Coronil.

Jesús en el transcurso de aquel mismo viaje durante el cual había multiplicado el pan y caminado sobre las aguas, llega cerca de Tiro y Sidón, al territorio habitado por paganos. Viene a su encuentro una mujer cananea, una pagana.

Hagamos un paralelismo entre la experiencia de fe de aquella mujer cananea y la experiencia de San Roque...

1.- Ella se pone a gritar “ten compasión de mí, mi hija tiene un demonio”. Está escrito que “Jesús no le respondió nada”, los apóstoles interceden por ella, no por amor, sino porque ella continúa gritándoles.

2.- Jesús responde “sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. En esta situación ¿qué habríamos hecho nosotros? Probablemente nos hubiéramos ido, ofendido, escandalizados y murmurando entre nosotros. ¿Este es el modo de tratar a la gente por parte de uno que se hace pasar por amigo de los pobres y de los afligidos?. La cananea no se ofende, al contrario, se le acerca y se postra delante diciéndole “Señor, socórreme”. Ante el rechazo ella intensifica la plegaria y la espera.

3.- Tercera palabra dura: “no está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Hijos son los descendientes de Abraham y perros son los paganos. Ella se mantiene firme de nuevo ante estas palabras, podemos comparar esta situación con una competición de salto de altura, a cada salto conseguido, el listón se eleva algún centímetro, en la fe sucede lo mismo. A cada dificultad superada, Dios levanta el listón, aumenta la exigencia, nos pide un acto de fe, aún más difícil. Así fue el salto final de la cananea: “los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Y Jesús contesta: “mujer qué grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”.

El evangelio habla del milagro de la curación de la hija, pero hay otro milagro mayor, aquella mujer ha llegado a ser una creyente, una de las primeras creyentes procedente del paganismo, antepasada nuestra.

-Si Jesús la hubiera escuchado a la primera pregunta, lo único que hubiera conseguido la mujer habría sido la curación de su hija. Jesús es un buscador de fe.

Una de las causas de sufrimiento para un creyente son las oraciones no escuchadas, Dios parece sordo, la cananea ocupa un papel de perseverancia en la oración.

Ante la pregunta, ¿cómo se puede tratar así a una madre afligida? Ya sabemos lo que había en el corazón de Jesús. Dios por tanto escucha siempre, si no escuchar es ya un socorrer. Cuando se retarda el oír de Dios, hace que nuestro deseo crezca, que el objetivo de nuestra oración se engrandezca, que pasemos de las cosas materiales a las espirituales, de las pequeñas a las grande, que Él pueda darnos más de lo que inicialmente veníamos a pedirle.

Pocas páginas de evangelio tienen un ejemplo tan fuerte en la vida cristiana, aquella mujer ha llegado a ser hija de Abraham porque “ha hecho la obra de Abraham”, ha creído.

Un gran admirador de la cananea fue san Agustín, él la recuerda cuando habla de la necesidad de orar sin cansarse.

En uno de los discursos del Señor dice: “pedid y se os dará, buscad y encontraréis...” Y así “la mujer cananea, pidió, buscó, llamó...” Hagamos de igual forma nosotros lo mismo y experimentaremos los milagros del Señor.

Aplicaciones. La interpretación que hacemos de hechos: en el Vaticano II la Iglesia abría sus ventanas a revisar criterios nacidos de situaciones históricas, se sintió llamada a actualizarse. Jesús nos llama a abrir nuestros criterios: a abrirnos con un gran corazón, dispuesto a descubrir y aceptar que se nos enseñe donde quizá menos podemos esperarlo, desde aquellos que llamamos no creyentes, desde amigos, desde los pobres (que nos evangelizan), desde acontecimientos que vemos con nueva interpretación. ¿La misma Eucaristía no nos enseña a veces algo absolutamente nuevo?  

San Roque, Ruega por nosotros.

Amén

15 agosto 2020

Sábado 15 de Agosto - Solemnidad de la Asunción de la Virgen María al cielo

Ntra. Sra. De los Remedios, Patrona de El Coronil

Celebramos la fiesta de la Asunción de la Virgen, en la cual recordamos que María ha entrado en la gloria en cuerpo y alma, detrás de Cristo, como primicia de la Resurrección futura. La constitución Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II dice: “La madre de Jesús, de la misma manera que ya glorificada en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y principio De la Iglesia, que ha de ser consumada en el futuro, así en esta tierra hasta que llegue el día del Señor, antecede con su luz al pueblo De Dios peregrinante, como signo de esperanza y de consuelo”.

Contemplamos a María como signo de lo que la Iglesia será. Nadie ha sufrido más con Cristo que Ella, y nadie, por ello, es más glorificada con Cristo que María.
¿En qué consiste la gloria de María? Hay una gloria de María que podemos ver en la tierra. ¿Qué criatura humana ha sido más amada e invocada, en la alegría, en el dolor y en el llanto? ¿Qué nombre ha brotado más frecuentemente que el suyo en los labios de los hombres? ¿Y esto no es gloria? ¿A qué criatura después de Cristo, han enaltecido los hombres con más plegarias himnos y catedrales? “Me felicitarán todas las generaciones” había dicho María de sí misma y veintiún siglos después demuestran que fue una verdadera profecía.

Grande ha sido en la tierra la gloria de María. ¿Qué es la gloria De Dios? La gloria De Dios es, Dios mismo, en cuanto que su ser es luz, belleza, y esplendor, pero sobre todo Amor. Gloria es el esplendor De Dios. La verdadera gloria de María consiste en la participación en esta gloria De Dios. En estar ya “llena de gracia”, en esta gloria María realiza esta vocación que toda criatura y la Iglesia ha sido creada: “Alabanza de la Gloria”. María alaba a Dios y alabando se alegra, goza y exulta.

¿Qué parte tenemos nosotros en el corazón y en los pensamientos de María? ¿Nos ha olvidado en su gloria? Como Esther, introducida en el palacio del Rey, ella no se ha olvidado de su pueblo, sino que intercede por él.

María intercede. De Jesús resucitado se ha dicho que intercede por nosotros ante el Padre, María intercede por nosotros ante el Hijo.

La mediación de María es subordinada a la de Cristo, no la oscurece, sino al contrario la pone a plena luz. En este sentido la función de María puede ser ilustrada con la imagen de la luna. La luna no brilla con luz propia, sino por la luz del sol, que recibe y se refleja en la tierra; y María no brilla con luz propia sino con la luz de Cristo. La luna hace luz de noche, cuando el sol se ha puesto y antes de que surja de nuevo; María ilumina con frecuencia a quienes atraviesan la noche de la fe y de la prueba, o que viven en las tinieblas del pecado, si se dirigen a ella y la invocan.
Cuando por la mañana surge el sol la luna se aparta y no pretende competir con él.

Todo esto es lo que María es y hace por nosotros, ¿y nosotros he debemos de hacer por Ella?

Contemplemos a María que sube al cielo en cuerpo y alma, “que esté en cada uno el alma de María para magnificar al Señor, que esté en cada uno el espíritu de Maria para exultar a Dios”.

Nuestra Señora de los Remedios, Ruega por nosotros.

Amén

08 agosto 2020

Domingo XIX del tiempo Ordinario – 09/08/2020

El domingo pasado la escena del Evangelio era de alegría. Jesús multiplica los panes y los peces, todos han comido y se han saciado.
Jesús ordena a sus discípulos subir a la barca y marcharse. No quiere que se acomoden al éxito y olviden cual es el camino que tienen que recorrer. Ahora que todos estaban saciados despide a la gente.
Jesús se retira a la montaña para orar. La noche va llegando y hay un fuerte viento y la barca de los apóstoles tiene peligro de hundirse. Jesús viene a su encuentro “de madrugada” andando sobre las aguas. Pedro le pregunta: ¿Señor eres tu? Y Jesús le responde: ven
Pedro ha sentido miedo y comienza a hundirse, pero le grita al Señor: Señor sálvame.
Jesús extiende la mano, tira de él y le dice: Qué poca fe, ¿porqué has dudado?

Jesús ha subido al cielo, dónde vive intercediendo por los suyos. Aquella tarde empujó la barca en el lago, ahora, empuja la barca desde el cielo. Entonces se había levantado un viento contrario, ahora la Iglesia vive experiencia de persecución y contrariedad. ¿Sientes ese viento contrario en tu vida? En esta situación ¿Qué experiencia tenemos del recuerdo de aquella noche? Que Jesús no está lejano y ausente, que se puede contar siempre con Él. Que Jesús les ordena ir andando sobre las aguas, contrarias de este mundo, apoyados únicamente por la fe.
No será fácil habrá momentos de oscuridad, incluso nos preguntaremos, si ha sido un fantasma, esto es, si lo vivido o creído ha sido una ilusión o deslumbramiento.

¿Cuál es ese viente contrario? ¿Cuál es esa falta de fe?
Tenemos que buscar e identificar en nuestra vida la barca hundiéndose: en el matrimonio, el negocio, la salud... El viento contrario puede ser, la hostilidad, la incomprensión, la enfermedad...
Durante algún tiempo, quizás hemos decidido no perder la fe y confiar en Dios, caminando sobre las aguas, esto es fiándonos únicamente de la ayuda De Dios. Pero, después, viendo la prueba larga y dura, hay un momento en el que nos parece no conseguir el objetivo y comenzamos a hundirnos. Hemos perdido la valentía. Este es el momento de recordar este evangelio y escuchar las palabras de Jesús a los apóstoles: “Soy yo, no tengáis miedo”.

Anda sobre las aguas
De vez en cuando tenemos en los evangelios escenas desconcertantes, incluso como para dudar si hablarán de películas, virtuales o físicas, si sucedieron como suena. Aunque aceptamos que los evangelistas describen muchas veces escenas con perspectiva simbólica, como hijos de su tiempo.

Así, la nave de Pedro es símbolo, figura de la Iglesia; el mar, del mundo en cuanto aventura, con sus secretos, riesgos, peligros. En la nave-Iglesia pasan cosas que desconciertan. Puede llegarse a pensar que Jesús ha desaparecido, que hemos quedado solos. Pero sus palabras suenan reales: ir al otro lado del mar; allá os esperaré...

¿Al otro lado de la vida? Me gusta pensar que puedo darle un sentido a esas palabras: tal vez Jesús me está esperando en la playa de la Vida Verdadera y esa esperanza me lleva a navegar con confianza mientras vivo. Pero los evangelistas tienen otra perspectiva: Jesús camina sobre la piel y las olas del mar y, además, de noche. ¿Qué significará?

Los que estudian el simbolismo en los evangelistas piensan que lo más importante que buscan es presentar a Jesús como Dueño del mar, es decir, Señor no solo de la tierra, sino del mar y de cuanto contiene: camina sobre las olas sin perecer; con él se navega con seguridad. Jesús es el Señor de todo; nos dice como a Pedro: ¿Por qué tienes miedo?

¿Cómo no sorprenderse ante las acciones de Jesús, ante sus milagros? En ellos descubrimos una constante: actualizan el poder con que Dios creó el mundo: su Palabra.

Jesús, Palabra hecha carne, revela hoy su divinidad; la manifiesta oportunamente para que la fe en él nazca y crezca.

Tenemos aquí cada uno como un termómetro de fe. Con la mano en el corazón:

• ¿Creo que vale la pena seguirlo, trabajar por la justicia y la paz, por lo que él ha dado su vida y sigue dándola?

• ¿Creo que en la otra vida seré feliz o me parece que la alegría eterna en Dios es pura fantasía? No, me digo, Jesús es la Verdad y me da la Verdad.

El Jesús que camina sobre las aguas es el Dios que creó el cielo, la tierra y el mar. Es el Señor, el único que puede llevar a la humanidad a su destino. Cito de un estudioso de la figura de Jesús (G.Lohfink). Dice: “Jesús pide fe para que pueda producirse un milagro. Los milagros surgen de las miserias que le salen a su encuentro, son inicio del mundo nuevo que Dios quiere, son señales de que el reino de Dios entra con fuerza y se cumplen las promesas de las Escrituras”

Creamos en este Jesús, que hoy hizo caminar en la noche sobre el mar a Pedro. Pidámosle su mano como Pedro se la pidió: de su mano caminaremos seguros como si el mar de la vida fuese tierra tan firme como la que pisamos.

Con él y en comunidad, acogiendo su Espíritu, no tendremos peligro de extraviarnos. Él irá delante, no yo; si me pongo yo delante, podré estrellarme; yendo él, abre camino seguro. Termino recordando el caso de una chica que, de manera extraordinaria, vivió la noche. Había nacido sorda; quiso estudiar medicina pensando llegar a investigar su caso; casi acabada la carrera, quedó ciega y paralítica. Prisionera en aquella noche cerrada, para ella Jesús es luz y alegría; dicta a su madre cartas a enfermos como ella, los invita a descubrir a Jesús: “con él venzo las noches del alma, las tormentas y angustias de la vida”. Se llamaba Benedetta; fue y es hoy bendición para quien siga su ejemplo. Seguía a Jesús, se dejaba guiar, no se ponía delante. Como Pedro, tendía a Jesús su mano necesitada.

¿No debemos pedirle a Jesús su mano cuando nos sentimos en peligro? Cojámosela y no la soltemos. Jesús, que, creyendo en ti, venzamos contigo nuestras oscuridades, los momentos negros en el mar revuelto o sereno de la vida.

Feliz semana

01 agosto 2020

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario – 02/08/2020

Los Apóstoles habrían querido que Jesús les dijera a la gente: “la misa ha terminado, podéis ir en paz”.

Jesús les dice: “Dadles vosotros de comer”. Ellos le contestan: “Sólo tenemos cinco panes y dos peces”. Invita a la gente a sentarse.... orar... y lo distribuye a la gente.

Eran cinco mil hombres, es el picnic mas grande de la historia. Cuando dice, que sin contar mujeres y niños, era porque cada hombres representaba a una familia, era la mentalidad de la época.

¿Qué nos dice a nosotros el Evangelio?

Jesus se preocupa y siente compasión de la humanidad en su cuerpo y su alma. A las alma les distribuye la Palabra y a los cuerpos, la curación y el alimento.¿por qué no lo hace también hoy? ¿Por qué no multiplica el pan para tantos miles de millones de hambrientos? Jesús sigue multiplicando el pan y los peces.Si estamos en el campo en este tiempo de verano, el campo está produciendo. Si estamos junto al mar, las redes llegan llenas de peces. Es un milagro de la naturaleza

No quiero poner al mismo nivel el milagro de la naturaleza y el milagro del Evangelio. Jesus hizo este milagro de multiplicar de forma extraordinaria los panes, para ayudarnos a descifrar la multiplicación ordinaria que se produce cada año ante nuestro ojos.

¿Por qué siguen faltando panes a tantas personas? Jesús no lo hizo como si fuera un mago, sino que preguntó antes qué tenían de comer e invitó a compartir lo poco que había.

Lo mismo hace hoy. Nos pide que pongamos en común los recursos de la tierra. ¿cómo podemos acusar a nuestro Dios de no ofrecer pan suficiente para todos, cuando destruímos y tiramos toneladas de comida? Quizás sea pensar en la mejor distribución, mayor solidaridad, compartir...

La multiplicación nos hace pensar en la Eucaristía. La multiplicación del cuerpo de Cristo. La representación mas antigua de la Eucaristía es una canasta con cinco panes y dos peces. En el fondo, lo que hacemos en este momento de nuestra meditación, es una multiplicación de los panes, el pan de la palabra De Dios. Yo he partido el pan de la palabra, y se ha multiplicado entre quien la ha escuchado y después leído.

Queda: Recoger las sobras. Hacer llegar la palabra a quien no ha participado en el banquete. Hacerse testigos de la palabra. Dios os premie vuestra colaboración.


Deseo y búsqueda

Los humanos andamos hambrientos y sedientos, y buscamos el pan que calme nuestras hambres y el agua que sacie nuestra sed y dé sentido a la vida. Decir esto en los tiempos que corren puede parecer una afirmación gratuita. Sabemos que hay muchos que, instalados y seguros en sus riquezas, ya no buscan; están satisfechos con lo que tienen y tranquilos en su bien-estar. ¿Somos nosotros, que nos acercamos a la mesa de la palabra y a la mesa del pan, alguno de ellos? ¿O asistimos a una liturgia sin hambre y sin sed? La palabra de Dios nos saca del posible letargo. Oíd.

«Oíd, sedientos todos»

El segundo Isaías es un profeta en el exilio. En un clima de agotamiento y cierta incredulidad, intenta levantar el ánimo de los desterrados con la esperanza de una pronta vuelta a la tierra. Había también un resto (anawin) que en su silencio y pobreza mantenían la fe en el Dios liberador de sus padres. «Oíd, sedientos todos: acudid por agua también los que no tenéis dinero. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta? Escuchadme atentos, y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos». Esta palabra se ofrece también hoy de manera gratuita a los insatisfechos verdaderamente sedientos.

Hambrientos

A Jesús acuden hambrientos y sedientos. Son muchos. «Vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos». No puede pasar ante las situaciones humanas de sufrimiento sin sentirse llamado a intervenir. Detecta inmediatamente la necesidad y las atiende entregándoles su palabra, su tiempo y su acción. Es misericordia en acción. Puestos ante él nos atrevemos a preguntarnos qué produce en nosotros la cercanía a tanto sufrimiento y necesidad como hoy nos rodea. ¿Fastidio, indiferencia, mala conciencia…? ¿O una conmoción que nos empuja a implicarnos según nuestras posibilidades siguiendo a Jesús? También los discípulos que acompañaban a Jesús se dieron cuenta de que la gente necesitaba comer, pero se desentienden de dar respuesta a esa necesidad: «Despídelos ya para que puedan ir a las aldeas más próximas a pedir o comprar pan». Es su problema.

Dadles vosotros de comer

Para Jesús el hambre de los otros es problema suyo y enseña que también lo es de sus discípulos. «Traed los que tengáis», les dice. Este imperativo desata la dinámica del compartir. No valen excusas y decir que sólo tenemos lo justo nosotros.

Los discípulos obedecen la palabra del maestro y la gente se sienta en esa mesa que Jesús ha preparado. Hubo para todos y sobró. Ayer como hoy lo poco compartido alcanza a todos y aun sobra. El milagro del compartir. La solidaridad en presente. En la perspectiva eclesial y eucarística en que está escrito el pasaje las hambres y necesidades de la gente comprometen la acción de la iglesia, se hacen presentes y entran a formar parte de la eucaristía. «Tomando los cinco panes y los dos peces pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos, y los discípulos se los dieron a la gente». La iglesia entera ha de ser mediadora del amor y la misericordia de Dios hacia el mundo y del agradecimiento y respuesta de la humanidad.