30 julio 2020

Horarios de verano 2020

MISAS

Agosto
  Sábado 20:00
  Domingo 12:00
-Sábado 15 12:00 solemne misa de Ntra. Sra. de los Remedios
-Domingo 16 12:00 solemne misa de San Roque

Septiembre
  Diaria 20:00
  Sábado 20:00
  Domingos 12:00

AVISOS

-Durante el tiempo del Covid, todos los funerales serán en la capilla del Tanatorio.
-Durante agosto, no hay despacho ni archivo.

25 julio 2020

Domingo XVII del Tiempo Ordinario – 26/07/2020

Elegir
En el AT, Salomón es la personificación de la Sabiduría. Ha heredado riquezas y poder, pero, ante su misión, siente que necesita lo fundamental: un corazón dócil para escuchar y gobernar a un pueblo que es de Dios. Salomón no tiene experiencia ni preparación. Lo único que sabe es “elegir”. Es sencillo y a la vez determinante: la plenitud de todo ser humano depende de las elecciones que él haga. No solo por lo que elige, sino por el tipo de persona en la que se convierte. Saber elegir (phronesis) es la base del carácter. Nos hemos olvidado de estas verdades. Vivimos en una sociedad que vive en el “miedo a la libertad” (Fromm). Miedo a elegir, porque elegir significa renunciar a algo. Vivimos en la etapa infantil de quererlo todo… y, ¡oh ingenuos!, por quererlo todo, nos quedamos en no elegir algo. El miedo a la libertad es el miedo al compromiso, el miedo al riesgo. A Salomón no le tiembla el pulso. Elige la “sabiduría”. En palabras del Nuevo Testamento: «Todo lo considero pérdida comparado con el superior conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor; por el cual doy todo por perdido y lo considero basura con tal de ganarme a Cristo» (Flp 3,8).

Ser elegidos
También hoy el evangelio nos remite a un problema interno de la primera comunidad. Los primeros cristianos, como Pablo, han encontrado y elegido a Cristo: unos de forma más accidental (como “un tesoro en el campo”), otros de forma más intencional (como el “buscador de perlas finas”). Sin embargo, el ambiente en el que viven (desprecio de romanos, persecución de judíos, irrelevancia ante los paganos…), les lleva a preguntarse si de verdad es importante su elección. ¿Cambia mi vida si “lo dejo todo para seguir a Cristo”?

Las lecturas nos pueden dar claves para nuestra vida como cristianos en este mundo que pone a prueba nuestra elección. Lo primero que nos recuerda la segunda lectura es que Cristo nos eligió y llamó primero. El amor de Dios, somos su tesoro. No elegimos a Cristo por pura iniciativa o puro cálculo personal. Nuestra elección no es en el vacío. Nuestra elección es una opción seducida. La Iglesia es la comunidad (ecclesia) de los convocados. Mirémonos y recordemos el “amor primero”. ¿Podemos volver a recomponer desde el corazón ese momento en el que Cristo nos sedujo, nos susurró palabras de plenitud? Hacer memoria del corazón, (re-cordar) nos permitirá encontrar la pasión que nos mueve, para poder confiar en que nuestra respuesta, el seguimiento.

Perder para ganar
En las dos parábolas que nos narra el evangelio ocurre el mismo movimiento: se vende todo para adquirir aquello que es precioso, aquello en lo que nos va la plenitud. «Se va a vender todo lo que tiene». Es la lógica del evangelio. En los negocios, se trata de ganar siempre, de acumular más beneficios, de tener más clientes. Sin embargo, en la vida del cristiano solo es posible ganar a Cristo si aceptamos que antes hemos de perder nuestras seguridades, nuestras manías de hombre viejo. Incluso, como dirá Ignacio en los Ejercicios, nuestras riquezas y nuestra honra. Examina otra vez el corazón. ¿Puede ser que el encuentro y seguimiento de Cristo no produzca alegría porque hay “cosas” que no me dejan seguirle? ¿Qué seguridades, hábitos, riquezas… me impiden alegrarme al encontrarme con Cristo-tesoro? «El joven, al oír estas palabras, se marchó entristecido porque tenía muchos bienes».

Compartir
La alegría nace del encuentro con Cristo y se alimenta al comunicarse. El discurso parabólico no es un discurso expositivo. Pretende poner al oyente en una situación en la que se identifique con el movimiento de la parábola y le lleve a una decisión personal, a una elección. ¿Qué hacer con la perla o el tesoro? Hemos encontrado el Tesoro, hemos vendido todo para comprar la perla ¿Qué hacemos con Cristo ahora? ¿Guardarlo y ponerlo a buen recaudo para poder disfrutarlo nosotros solos? Es la lógica de la exclusividad. Si he comprado el campo, he vendido mi necesidad de poseer en exclusividad. En el evangelio, el que encuentra Cristo-Tesoro, sale a compartirlo con los demás. Sale a enseñar su perla, a repartir su tesoro. La verdadera alegría del cristiano nace del encuentro con Cristo y crece al comunicarse. Que también otros descubran el tesoro de Cristo y el evangelio de su Reino. El Papa Francisco nos recuerda que la Iglesia es misionera ¿Hasta qué punto entiendo mi vida como una misión? ¿Encuentro alegría en esto?

El tesoro escondido y la perla preciosa son Jesús. La salvación ha llegado gratuitamente por obra de Dios, no pierdas la oportunidad, este es el tiempo de la decisión. Estas parábolas crean en nosotros una enorme responsabilidad.
En la parábola hay dos actores:
-uno visible, que va, vende y compra
-uno oculto, que es el viejo propietario, que no se da cuenta de que en su campo hay un tesoro y lo vende al primero que se lo pide, no sabe de su valor y lo vende.

¿Cuál de los dos actores eres tu?
Muchas veces mal vendemos nuestra fe, hay quién la ha cambiado por una ideología, por dinero, por pereza, por moda... ¿Estoy dispuesto a abandonarlo todo para no perder la fe y a Dios (perla)?

Es necesario haber encontrado a Jesús, para tener fuerzas y alegría para venderlo todo. Este encuentro debe ser personal, nuevo, convincente. Haberlo descubierto como un amigo y salvador. Después lo venderemos todo “llenos de alegría”.

22 julio 2020

Balconeras de San Roque

Este año de coronavirus, os invitamos a decorar durante el mes de Agosto nuestros balcones con la imagen del patrón de El Coronil, uno de los protectores de epidemias con mayor devoción, San Roque.

Las balconeras se pueden adquirir en la parroquia a partir del sábado 25 de julio por tan solo 20 euros.
Los beneficicios de la recaudación serán para:

   -Restauración de la imagen de San Roque
   -Cáritas Parroquial


Aclaración
La Parroquia ha hecho el esfuerzo de hacer las colgaduras de San Roque, a petición de algunos feligreses de la Parroquia, porque lo han visto en otros pueblos, incluso porque ya se había hecho con la imagen de la Divina Pastora en el mes de mayo.

Finalidad:
   1. Colocar la imagen del Patrón en nuestras casas, fomenta la devoción a San Roque, hace que podamos hablar de un hombre enamorado de Jesucristo que se convirtió en modelo de Santidad en la época que le tocó vivir. Ojalá seamos capaces de imitarlo hoy.
   2. Lo recaudado de su venta servirá para la conservación de la imagen, y para ayudar a nuestra Cáritas Parroquial. Son muchas las actuaciones de conservación que hay que hacer en nuestro templo Parroquial, y pocos los ingresos, puede ser una fuente de financiación.

De lo que se desprende:
   1. Desde la Parroquia os pedimos que colaboréis con su compra porque de este modo se cumplen los dos objetivos anteriores: fomentar la devoción al Patrón y conservar nuestro patrimonio cultural y caritativo.
   2. Si alguien quiere hacer otras colguduras, está en su derecho, pero sepan que colaborando con la colgadura de la Parroquía, el beneficio redundará en la Parroquia de El Coronil. ¿Tiene sentido cuando la Parroquia ha hecho una colgadura, que otra gente se ponga a distribuir otras?

18 julio 2020

Domingo XVI del Tiempo Ordinario - 19/07/2020

El tema de este domingo para nuestra reflexión es la oración.

En las lecturas de hoy encontramos un texto de San Pablo, que nos permite afrontar este tema de la oración:

“El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, que el Espíritu mismo intercede por nosotros...”

Si pudiésemos descubrir qué nos dice el Espíritu, habríamos descubierto el secreto de la oración. El Espíritu que ruega por nosotros secretamente es el mismo Espíritu, que ha rogado para clarificar los símbolos de la Escritura. Él que ha inspirado las Escrituras, también ha inspirado las oraciones, que leemos en las Escrituras.

Todo lo que el cristiano deber hacer para aprender a rezar, es ir a la escuela de oración en la Biblia.

Si descubrimos cómo el Espiritu Santo oraba en Jesús, hemos descubierto como ora en nosotros, porque él continúa en nosotros la oración de Cristo.

La oración del cristiano no es mas que la voz de la oración de Jesús, que atraviesa los siglos, y que desde la cabeza se propaga a los miembros.

Nosotros sabemos cómo oraba Jesús. Todas sus oraciones comienzan con el grito al Padre: Abba, y encuentran en él su fuente.

La oración cristiana es el grito o el diálogo del hijo con el padre, es por lo tanto, libre, confiada, sin complejos. El Espíritu infunde en el creyente el sentimiento de ser un hijo amado por Dios. La persona percibe que Dios es grande, poderoso, omnipotente. Por eso ya no le tiene miedo. Padre nuestro que estás en el cielo... es percibido, al mismo tiempo, como altísimo y muy cercano y transcendente.

Este sentimiento tan fuerte no dura mucho. Viene pronto el tiempo en el que decimos “Padre nuestro” sin sentir nada de particular, pensando que gritamos al vacío. Es el momento de recordar que no estamos solos para orar, que Espíritu ruega por nosotros

¿Qué feliz estará nuestro Padre, cuando nos escuche hablarle?

La fuente de la oración, la hemos recibido del Espíritu Santo, y por nuestro bautismo ha sido derramada en nuestros corazones. El cristiano no sólo ha recibido el mandato de orar sino que también ha recibido el don y la posibilidad de orar.

Hay personas que van lejos para aprender a orar. Pensad que si eres bautizado y creyente en Cristo, bastaría liberar tu corazón del activismo y permitir que la buena semilla sembrada, como decíamos el domingo pasado pueda crecer.

La oración es un respiro del alma. Muchas veces nos agobiamos, porque no sabemos como orar. ¿Que hacemos, desesperarnos o rendirnos? Nos dice el Concilio de Trento: “Dios, dándote la gracia, te manda hacer lo que puedas y pedir lo que no puedes”

Muchas personas le ha cambiado la vida, el incluir en su horario diario, un tiempo para la oración, igual que tenemos tiempo para trabajar, ocio...

Piensa que tiempo puedes dedicar a la oración e inclúyela en tu horario diario.

2. Luces y sombras
Todos tenemos una determinada percepción del mundo y de la Iglesia. Miramos la realidad actual y quedamos sobrecogidos por la presencia y fuerza del mal. Vivimos además un clima de condenas y exclusiones, de intolerancias y fundamentalismos. Leamos las noticias de cualquier día de esta semana. Las noticias de crímenes, abusos, mafias, escándalos y contaminación se propagan como virus que saltan todas las fronteras e inundan las conciencias y la vida social. Las vidas de las personas entregadas en hacer un mundo más humano apenas salen a la luz ni despiertan la atención de la gente. A veces pensamos que los demás son malos, ¿lo son de verdad? ¿Por qué? ¿Nos hemos equivocado alguna vez?

Trigo y cizaña
Creemos ser realistas cuando nos sumamos al coro de los lamentos y derrotismos. Tal vez deseamos que nuestra sociedad y nuestra iglesia cambien de una vez a mejor. Tal vez intentamos aportar algo para que sea así, pero fácilmente se nos olvida que somos parte de esa realidad y que también crecen juntos en nuestro campo el trigo y la cizaña; no fuera, sino dentro de nosotros. Cuando miramos el mal fuera de nosotros queremos ser justos, pero es muy fácil que, queriendo acabar con el mal, deseemos lo mismo para el que lo hace. En nuestro propio corazón crece la cizaña que amenaza con ahogar el trigo bueno de cada día.

En esta situación nos volvemos a la Palabra con la que hoy Dios nos ilumina. El Reino de Dios se hace presente en la ambigüedad de la historia. En la parábola Jesús nos enseña algo fundamental: mientras que los criados están dispuestos acabar con la cizaña del campo de una vez y sin rodeos, el amo los anima a ser pacientes, tolerantes y no excluyentes. Quizá pensamos que no es todo lo justo y radical que debiera. También somos tentados a cortar el mal de raíz, a echar lejos de nosotros al disidente. Muchos cristianos cedemos a la vieja tentación de pretender separar el trigo de la cizaña. «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» ¿Es fácil vivir entre gente buena, mala y regular? ¿Quienes son cizaña para mí?

Inclusión e intransigencia
«Dejad que ambas semillas crezcan juntas» hasta el final. Es sorprendente cómo nos propone Jesús el juicio de Dios como único horizonte de todo juicio humano. En sus manos están los pesos y medidas del bien y del mal. El nuestro puede estar equivocado y ser precipitado. Mientras llega el momento final hay tiempo para la misericordia y el perdón. Frente a maniqueos y puritanos, jueces e impacientes, Él es paciente: «paciente y misericordioso, lento a la colera y rico en clemencia». Con una advertencia: «la medida que uséis la usarán con vosotros.»

Lo germinal es pequeño y oculto
La segunda y tercera parábola, del grano de mostaza y de la levadura, iluminan en la misma dirección la dinámica del reino de Dios. Ambas ponen de relieve el contraste que existe entre la situación inicial y el resultado final; dos cosas pequeñas de las que no cabría esperar un efecto tan grande. Como la semilla y levadura, el reino de Dios que ha comenzado ya con la vida y obras de Jesús tiene una apariencia insignificante, pero lleva dentro de sí la fuerza que puede transformar la historia. Así es el desarrollo del reino: lento y débil, escondido y lejos de las grandes inversiones sociales, sin relevancia aparente pero capaz de darle la vuelta a la vida entera. Cuando oramos “¡Venga a nosotros tu reino!”, quizás suspiramos todavía por una llegada arrolladora. Para nuestra desazón y a veces para nuestro escándalo, lo que palpamos del reino de Dios es debilidad y riesgo.

Trabajadores por el reino
Las dos parábolas nos invitan a una actitud de confianza, pero también de trabajo serio, como el que siembra o como el que amasa: «Se parece a un hombre que sembró…, se parece a una mujer que mezcla y amasa». La semilla no brota sola ni la levadura se hace y se mezcla por su cuenta. Se necesita un trabajo bien hecho: preparar, sembrar, cuidar, mezclar, acoger, pero con paz y paciencia, en espera confiada. Sin olvidar la humildad de lo primero, busquemos con pasión la promesa de lo segundo.

Preguntas: - ¿En qué me dejo llevar por los lamentos y el derrotismo? - ¿Alimento sentimientos de intolerancia y condena? - ¿Me siento llamado a ser humilde sembrador del evangelio de la paz?

11 julio 2020

Domingo XV del Tiempo Ordinario – 12/07/2020

1.- El tema central de la liturgia de la hoy, es la Palabra de Dios. En la Primera lectura de habla de ella con la imagen de la lluvia que desciende del cielo, que riega la tierra, para fecundarla y que pueda dar semilla al sembrador y pan al que tiene que comer. En el Evangelio se vuelve a hablar de la Palabra de Dios, esta vez con la imagen de las semillas que cae sobre sobre piedras, o sobre abrojos y espinas o que cae en tierra buena.
Os invito a pensar a cerca de la ecología y la protección de lo creado.  En la segunda lectura san Pablo dice:  “la creación… pero fue con la esperanza de verse liberada de la esclavitud de la corrupción…”

Hay dos modos de hablar de la ecología y del respeto de lo creado:

1.    El primero tiene en el centro al hombre, no nos preocupan las cosas en sí mismas, sino que éstas están en función del hombre; por el daño irreparable que el agotamiento y la contaminación del aire, del agua, de la desaparición de ciertas especies animales ocasionaría a la vida del planeta. Es un ecologismo que se resume “salvemos la naturaleza y la naturaleza nos salvará a nosotros”.
Este ecologismo es bueno pero precario.

2.    La fe nos enseña que debemos respetar lo creado no sólo por intereses egoístas para no dañarnos a nosotros mismos, sino porque lo creado no es nuestro, sino de Dios, por eso es hermoso, armonioso, perfecto.
El hombre custodia la creación, pero no es el dueño. Entre nosotros y las cosas hay una relación de solidaridad y de fraternidad, no de dominio.

¿Cómo te acercas tu a las cosas, desde la primera posición o desde la segunda?


La ecología nos invita a volver a una vida sencilla y sobria, sin que la ecología sea un ideal que no podamos cumplir ni vivir. San Francisco decía: “no fui nunca un ladrón de limosnas”, pensaba que recibir mas limosnas de las necesarias, era robárselas a los pobres. Nosotros podemos aprender de él “a no ser ladrones de cosas”. Si agotamos los recursos (agua, madera…) porque usamos mas de lo que necesitamos, lo robamos a los otros. Si no a otros, a las generaciones que vendrán detrás de nosotros. ¿Qué cosas concretas, hago en el día a dia, para cuidar de la naturaleza? ¿pienso en las generación futuras?

El ecologismo espiritual nos lleva mas allá del respeto por lo creado. Nos enseña a unirnos a lo creado para dar gloria a Dios y también en relación a la creación, nos podemos acercar al conocimiento de Dios. Dios ha escrito dos libros, la Biblia y la creación. Este segundo está abierto ante todos. Nos habla Dios con imágenes como por ejemplo: la lluvia, la semilla, Dios como imagen de la roca…

Debemos aprender a contemplar. La contemplación es la aliada de la ecología. Ella nos permite gozar de las cosas sin necesidad de poseerlas y de impedirlas para los demás. La posesión restringe, sustrae… la contemplación multiplica.
Las parábolas de Jesús son la prueba del amor con que él contemplaba las cosas. Entre él y la naturaleza. Todo esto se encuentra expresado en el salmo responsorial de hoy, Sal 66, 10-14
Lee el salmo, y contempla la creación que tienes a tu alrededor, reconociendo la mano de Dios

2.- En el mundo de hoy se hacen cada vez más presentes las noticias y palabras falsas ( “fake news”), o las medias verdades que siembran sospechas, desconfianzas y miedo, o las descalificaciones denigrantes que estigmatizan públicamente a personas y colectivos. La palabra, vehículo de comunicación y diálogo de personas, aparece devaluada y pervertida.

Dios ha sembrado en el mundo su palabra con absoluta gratuidad. “La Palabra de Dios participa del triple nivel que tiene toda palabra: comunicación de algo, autocomunicación del que habla e interpelación que exige una respuesta”. Hemos proclamado la “Palabra del Señor”. Las lecturas de hoy revelan expresamente el sentido y alcance de la palabra del Reino.

La semilla:
Así lo explica Jesús desde una cultura agraria. La imagen del sembrador y la semilla subrayan esa cualidad de expandir la vida con absoluta gratuidad “para que dé semilla al sembrador y pan al que come”. El reino de Dios es algo tan misterioso y dinámico como una semilla en la que está el germen de la vida; pequeña, pero con una fuerza extraordinaria que la hace crecer y desarrollarse hasta dar fruto si encuentra un tierra buena y húmeda. Su ritmo de crecimiento es lento y oculto; un ritmo que no es el de la eficacia sino el de la fecundidad.
Alejada de la naturaleza, en la cultura moderna se habla más de productividad y eficacia de fecundidad. Y, en función de la eficacia y la eficiencia, la capacidad de lograr un efecto deseado con el mínimo de recursos posibles y en el menor tiempo posible, se rinde tributo y culto al crecimiento rápido y desarrollo. Aprended de la naturaleza, aprended de las plantas.
La palabra del Reino es de calidad y el sembrador la esparce con generosidad a toda clase de oyentes, con la esperanza, como toda siembra, de que producirá buenos frutos aun en medio de las dificultades de la vida. Pero lo primero que se espera del oyente es tener los oídos y el corazón abiertos para que la semilla de vida penetre y arraigue profundamente.

La Tierra:
La palabra de Dios cae en tierras diferentes y con diferente fortuna. La explicación alegórica de la parábola que ofrece Jesús, a petición de los discípulos, seguramente recoge también la experiencia de los apóstoles sembradores en las primeras comunidades.

Nos miramos en su espejo para descubrir qué clase de tierra somos y qué peligros nos amenazan. Actitudes interiores y dificultades exteriores que hacen estéril la buena semilla que recibimos y sembramos. ¿Por qué no todos aceptan el mensaje? ¿Por qué el evangelio de Jesús no produce el fruto deseado en nosotros y en todos sus oyentes?
- En unos, porque son tierra endurecida y sin fondo y la palabra de Jesús no va de acuerdo con los deseos o necesidades. No tienen profundidad interior, o se encierran en su propia cáp- sula, impermeables a todo lo que pueda desestabilizar su independencia. Viven en la superficie y la apariencia.
- En otros porque, aunque la acojan con entusiasmo, ante las dificultades, incomprensiones, ofensas o persecuciones les falta coraje y capacidad de resistencia.
- Otros andan agobiados por cubrir las necesidades básicas o alcanzar objetivos materiales a corto plazo. El evangelio refiere dos situaciones extremas y opuestas: “el agobio de la vida y la seducción de la riqueza”, que producen el mismo efecto: ahogar la palabra de Dios.
- En otros, sin embargo, la semilla da fruto. La llamada al realismo no permite el derrotismo ni anula la esperanza: Hay y habrá cosecha abundante.

Escuchar:
«El que tenga oídos que oiga». No es lo mismo oír que escuchar, ver que mirar, aprender lecciones que entender con el corazón los secretos del reino. ¿Qué tenemos que escuchar? Dios ha sembrado gratuitamente y a manos llenas la vida en la tierra que somos y confía en que dará fruto. Con la misma generosidad y
confianza nos corresponde prepararla y cultivarla.
- Cultivando en nosotros la esperanza en los valores del evangelio que nos revela Jesús y han de salvar al mundo: el amor, la fraternidad, la misericordia, la entrega generoso, la justicia, la paz...
- Asumiendo el sufrimiento y lentitud que acompaña el proceso de crecimiento de la vida nueva: los rigores del invierno para que arraigue y se fortalezca, la prisa por recoger el fruto y disfrutar de la vida sin pasar por los dolores de todo alumbramiento. «La creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto».
- Dejándose afectar por la llamada y mirada de los otros a través de los que Dios mismo nos habla. Ciertamente la fidelidad de unos y el dolor de otros nos ayudará a ser más humanos, más comprensivos, más humildes, ante los hombres y ante Dios.
- ¿Soy capaz de acoger como don la vida que Dios me ofrece cada día?
- ¿En qué medida escucho la voz de Dios que me habla desde los necesitados?
- ¿Siento la llamada a ser para otros sembrador de la buena noticia que yo mismo recibo?

04 julio 2020

Domingo XIV del tiempo Ordinario – 05/07/2020

¿Cuándo es Jesús humilde? En el evangelio no hay reconocimiento de la culpa en su boca, ni cuando habla con los hombres, ni cuando habla con el Padre. Él, puede hasta decir dirigiéndose hacia sus adversarios ¿Quién de vosotros puede probar que soy un pecador? Se proclama el maestro y el señor. ¿Dónde está pues la humildad de Jesús?

1.    La humildad no consiste principalmente en ser pequeño o pobre, porque uno puede ser insignificante y al mismo tiempo arrogante.
2.    No consiste en sentirse pequeño y sin valor, esto puede ser un complejo de inferioridad o de una imagen de sí mismo depresiva.
3.    No consiste en declararse pequeño, porque muchos expresan no valer nada sin creerse verdaderamente lo que dicen.

¿Qué es la humildad? Hacerse pequeño para amar y para servir, y para agrandar a los demás, así ha sido la humildad de Jesús.

Humilde es sólo Dios, porque en la posición en la que está, no puede encumbrarse por encima de sí, solo puede abajarse. Esto lo hace durante todo el tiempo, crea el mundo, se abaja, la historia de la salvación es la historia del descendimiento y de las humillaciones de Dios.

Esta idea le gustaba a san Francisco de Asís, quien solía exclamar “mirad, hermanos la humildad de Dios”, y vuelto hacia Dios decía: “Tú eres la humildad”.

La humildad es la verdad: la palabra hombre está relacionada con la palabra humildad. Las dos provienen del latín “humus” esto es suelo. El humilde es aquel que tiene los pies en la tierra, que no se engrandece por las alabanzas propias o de los demás. San Pablo dice a los Corintios: ¿Qué tienes que no hallas recibido? Y si lo has recibido ¿de qué te glorías?

La humildad no es natural. No nos gusta. Se dice que más del 75% del cuerpo es agua, pues del mismo modo, más del 75% del espíritu humano es orgullo y vanidad.

¿Debemos rebajarnos, renunciar a hacernos valer, aspirar a grandes cosas? No. Un día Jesús dijo a sus discípulos, si uno quiere ser primero, sea el último y el servidor de todos. Y también dijo, el hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar la vida por muchos. Es lícito querer ser el primero y sobresalir en la vida, pero ese sobresalir sobre los demás ha de ser sirviéndolos y amándolos y ayudándoles a crecer.

Humildad no significa por tanto dejarse pisotear, no reaccionar ante las injusticias, el verdadero humilde sabe igualmente luchar por la verdad, porque el mismo es libre.

Pequeño en el evangelio de hoy, no significa lo contrario de inteligente, sino lo contrario de soberbio, el evangelio no condena la sabiduría sino el orgullo.

¿A quién nos acercamos, al orgulloso o a la persona discreta humilde capaz d escuchar y callar?

El orgullo estropea las cosas más bellas. La inteligencia y la belleza física sin la modestia pierden su fascinación y exponen a la persona al ridículo.

Un medio para crecer en la. Humildad, es aceptar la corrección de los demás sin deprimirnos, sin contraatacar, puesto que no se llega a ser humilde sin la humillación.

·       ¿Recordáis aquella historia que nos contó Jesús: la de un fariseo que estaba rezando con mucho orgullo? ¿Os acordáis de lo que le rezaba a Dios?: “Te doy gracias porque no soy como los demás” ...

·       ¿Y os acordáis de las palabras que dirigía a Dios aquel pobre pecador, que estaba al fondo del templo, con el corazón arrepentido?: “Ten misericordia de mí, porque soy un pecador” ...

·       ¿Qué enseñanzas sacaba Jesús con ese ejemplo?

A Jesús no le gusta el orgullo, ni la soberbia: hay gente que “se sobra”. Escuchad este pequeño cuento:

Había una vez un hombre que se dirigió a un sabio para que le diera consejos para la vida. Y empezó a hablar y hablar, con tantas explicaciones y tantas palabras, y tantos razonamientos, que el maestro terminó levantándose para ofrecerle una taza de café. Luego se lo fue sirviendo, llenando la taza con toda paz hasta el borde, de manera que el café comenzó a derramarse sobre el mantel, la mesa y el suelo. ¿Qué hace?, dijo el visitante. Miré usted – respondió el sabio-. Usted se parece a esta taza: está tan llena que no le cabe nada más. Tendrá que comenzar por vaciarse. Hasta entonces, yo no puedo darle ningún consejo, porque usted “se sobra” ...

• ¿Qué significa esta historia?
• ¿Quiénes son los “orgulloso” y quiénes son los “sencillos”?
• ¿Quiénes son los preferidos de Jesús?... (Los sencillos, los pobres, los necesitados. Jesús sabe que serán éstos los que reciban la Palabra sin sobrarse).
• Por eso, vamos a comparar esa historia con el evangelio, leyendo algunas de las frases más importantes: 

– “Bendito seas, Padre, porque, si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos” – “Bendito seas, porque se las has revelado a la gente sencilla”
– “Aprended de mí, que soy sencillo y humilde”

• ¿Cuándo nos comportamos así?